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11 marzo, 2012

CUENTO: Esclavita Sexual



Ella había sido educada para servir como divertimento sexual de el cliente que la comprara. Desde niña vivió en la institución que la empresa que se dedicaba a vender esclavas creó para ofrecer un producto de la mejor calidad. Son otros tiempos, quizá el lector de ahora, no lo comprenda, es lo malo de escribir relatos acerca del futuro, nos tenemos que imaginar la moralidad colectiva de la época en vez de simplemente poseerla.

Era bonita, como todas, gentil, discreta, deseando conocer al mundo, soñando todas las noches con su dueño. Tratando de adivinar de qué color tendría el cabello, como serían sus manos. Imaginando que lo complacía en todo y así se ganaba su afecto. Imaginando que él a la hora de llenar el reporte de consumo anotaba puras buenas notas y le daban aquella medalla de excelencia que era un honor poseer, que tantas veces se la habían mostrado para viera lo bonita que era y lo mucho que valía la pena ganarla.

A él se la otorgaron como una prestación de la compañía en la que trabajaba. Había obtenido un puesto gerencial y la costosa esclava era, según análisis de el area de recursos humanos, una excelente inversión dados los niveles de relajación que se obtenían de ella, y desde luego eso se convertía en una mayor productividad.

Su esclava sexual le llegó esa tarde. La desempacó de su caja hábilmente un poco curioso, un mucho desesperado. La observo, primero con asombro, luego con deseo y luego se sintió complacido por la buena calidad del producto. La besó pero no notó lo mucho que ella se ruborizó, no sé si notó la desesperación con que ella le correspondía o el gozo que experimentaba.

Perfecta estaba, lista para usarse, nuevecita. La llevó a su habitación, la desnudó, la recostó sobre la cama y la penetró de un golpe. Él sentía el placer de las contracciones de su vagina, de su estrechez, de su docilidad. Ella experimentaba la sensación que estaba aguardando desde que era muy pequeña. Caricias por las que tanto había trabajado y tantas noches de soledad había pasado. Un comportamiento indebido y en el instituto mandaban a las aprendices de esclava al sótano, a dormir sin compañía de las otras alumnas, a oscuras, en silencio. Y era casi un ritual tocarse, imaginarse que todo valdría la pena el día que un cliente la rescatara y le acariciara de maneras mucho más sublimes que el vulgar roce de su propia mano.

Podría ser que el dueño no fuera aquél idílico comprador que se mostraba en los anuncios, todo es cuestión de suerte. Pero él era perfecto. Era como siempre lo deseó, pero mil veces mejor porque esta vez era real.

Sintió la tibieza y firmeza de su pene en la entrepierna, como la buscaba, como la iba abriendo, despacio pero  sin tregua alguna. Cada segundo estaba un poco más dentro de ella y cuando se sintió llena pensó que nunca jamás podría ser tan feliz y sentir tanto placer. La vagina se le contraía tan fuertemente que le dolía, que le acalambraba las piernas  y le aceleraba el corazón. Se contuvo, trato de no mostrar lo que estaba sintiendo, temía interrumpirle.

Cuando todo terminó él le dio un beso en la mejilla y le dijo que saldría con sus amigos a beber, que se durmiera, que no era necesario que lo esperara. Ella no sabía si alegrarse por eso o entristecerse. Podía estar a solas y desenredar todas las emociones del día. O podría estar junto a él atendiéndole, sirviéndole.

Al final se quedó contenta, porque la obediencia y la resignación son parte muy importante de la esclavitud. Una esclava no es aquella que persigue y molesta constantemente con sus mimos. Una buena sirvienta sexual es aquella que está gustosa cuando se le busca y se vuelve invisible cuando no se le desea. Y ella quería ser la mejor, para gustarle, para que en el instituto se sintieran orgullosos de ella, para tocar con sus propias manos los relieves de la medalla que sin duda alguna se ganaría.

8 comentarios:

  1. Que bueno leerte de regreso Natalia. Te leo renovada y con menos gueva y eso es de agradecerse. Disfruto mucho tu blog, nunca cambies, vales mil.

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  2. Me recuerda a Historia de O de Pauline Reage.
    Extrañaba leer tus letras. Pero extraño mas estar en ti y provocarte un par de orgasmos de gemidos dulces, antes de separarnos abruptamente.
    Me da mucho gusto que vuelvas al web.
    Abrazos.

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    Respuestas
    1. Gracias. Amm... Pues cuando puedas me vuelves a contratar y así.

      Besos.

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  3. Hola Natalia, me acordé del cuento de la rana que quería ser autentica.

    Saludos.

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  4. Hola Natalia.
    http://amigosbdsmclub.webs.com/Historia%20de%20O.pdf
    Si te gusta, la próxima vez si, te llevo uno impreso, otro titulo relacionado... (mas o menos)
    Las edades de Lulu, de Almudena Grandes por ejemplo.
    "Roman"

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  5. !!Natalia está de vuelta!!! Esa eres verdaderamente tú (al menos tú la narradora de sueños universales) Gracias por tan placentero retorno... Bueno, mejor procuraré agradecértelo en alguna de mis próximas quincenas, no? Mientras tanto, las gracias sólo en texto por el mórbido placer de volverte a leer así, como sólo tú sabes, como los grandes... Y también por lo pronto un beso cachondo a la entrepierna de cada una de tus lúcidas neuronas... el beso a la entrepierna real espero sea en alguna de las quincenas por venir..
    Y aprovehando... claro que es cierto eso de "vales mil" y demás, pero nota que si es sincera la expresión, aquí tienes un "willing to pay" que deberías aprovechar. Hay páginas donde te dicem: "si de algo te sirvió lo que encontraste en esta página o te gustó, hazme una donación"...Deberías sondear algo así, me cae que yo si te hacía una que otra donación en línea por cada cachito literario que me llene como este último que mandaste..
    Otra vez el cliente foráneo.

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  6. algún día te contactaré. Eres creativamente intelectual hasta en los dientes, eso estimula más mi deseo de posesión que cualquier otro atributo.

    atte E.T. Testea.

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