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26 noviembre, 2011

Gordibuena confesa

Es que los tacos al pastor, las papas fritas, los dulces y chocolates, las pastas, las gomitas, los helados, las botanas, las hamburguesas, hotdogs y pizzas; todos son demasiado tentadores para mí. Saben tan rico, lucen tan bien. ¡Ohhh no podría resistirles! No sé como hay gente que puede dominarse ante tan pequeños pero tan poderosos placeres.

Y ellos, los alimentos todos llenos de calorías, son los culpables de mis redondas formas. Así que me descubro como una gordibuena, no tan gorda como para estar gorda, pero tampoco tan flaca. Y sí, no niego que me dan vergüenza mis lonjas y mi abultado trasero. Admito que es algo incómodo desnudarme frente a los hombres y que miren el resultado de mi debilidad.

Me avergüenzo, pero el placer por comer es más grande. Así que los hombres que me contratan en vez de acariciar una figura perfecta lo hacen con mis grandes senos que no caben en sus manos, y penetran mis nalgotas casi castigándolas por su agrandada forma. A veces me dan un par de nalgadas y mi trasero tiembla como gelatina. Y me avergüenzo, ya no solo por no ser delgada, sino por sentir tan rico cada vez que acarician y poseen mis carnes.

¡Ohhh mirenme en mi redondez colmandome de todos los placeres carnales! Comiendo verga como si fuera un helado porque al parecer no hay nada que no se me antoje meterme a la boca. No, no solo a la boca, a todos mis agujeros. ¡Soy tan caliente!

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