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31 octubre, 2011

Drama



La gente suele creer de los demás y de ellos mismos que son rudos, poderosos y con el control de cualquier situación sobre sus manos. Pero no es así, somos frágiles, totalmente expuestos a la vida, casi sin ninguna protección. Y una y otra vez nos golpeamos contra múltiples cristales, con la seguridad e imprudencia de las moscas.

Por ejemplo, en la prostitución ambas partes creemos que somos superior a la otra. Que el otro es el que está doblegado a nuestra persona, a nuestra zona de confort, a nuestras cualidades. Creemos que somos nosotros los importantes, los puros, los que tenemos derecho a estar ahi. En cambio el otro es el corrompido, el que se atreve a romper las reglas de la moralidad y la sociedad, el que no tiene cabida en ningún sitio, y por lo tanto, es merecedor de todo nuestro desprecio y debería dárnoslo todo a cambio de nada.

Soy yo, es mi vida la que importa, la tuya gira en torno a la mia. Existes para mi beneficio, para mi placer, para la obtención de todo aquello que me plazca. El hombre estúpido, sucio, y marchito que no puede conseguir el amor de una mujer a menos que le pague. La mujer envilecida, mentirosa, infiel y traicionera, que no se respeta ni a ella misma y está tanto con uno como con otro. La contraparte es la poca cosa, yo soy el todo, el Dios de la habitación, que baja desde las alturas a regalarle un poco de tiempo a aquél ser que no merece nada. Agradecido debería de estar.

Y como las moscas, nos golpeamos el ego en una lucha fría, donde cada quién quiere mantener intacta la concepción que tiene de sí mismo. Tratamos de hacer oídos sordos al desprecio y nos fatigamos en eso, como jugando en una ruleta en la que se gana poco, se obtiene adrenalina, esperanza de triunfo, y luego se vuelve a perder miserablemente.

Yo deseo el dinero, creo que lo merezco porque estoy yendo a ti sin conocerte, atentando contra la natural selección que hacen las mujeres. No elijo de ninguna manera, solo voy, no esperando encontrar nada más que una paga. No sé quién seas, no se si me agradarás. No es importante porque es un negocio. Y en mi inflado ego creo que lo entiendes. Creo que entiendes que mi tiempo vale, que  me tomé muchas molestias solo por ti y al no quererte quiero de ti el pago que te he indicado de antemano.

Tú deseas sexo, pero no deseas pagar. Qué paguen los otros, los poca cosa. Los clientes que sí son asquerosos, no como tú que eres una persona normal. Crees que no mereces pagar porque has tenido atenciones conmigo, procuraste mi placer, entregaste lo mejor de ti. Y te parece injusto que no note tus cualidades y te sobaje a la inferioridad del común de los clientes. Que te cobre al igual que todos, y no haya valorado nada. Y eso te hace sentir mal. Y adiós al entusiasmo inicial que tenías cuando me esperabas, cuando me penetrabas, a cualquier otro momento anterior al de tener que sacar dinero del bolsillo.

Pero sí noto las cualidades de cada persona, sí las valoro. Aprecio a cada persona, el tiempo que me ha dedicado, las diferencias deliciosas de cada uno. Me alegro de las diferencias, me alegro cada día que me demuestra que el estereotipo que se tiene de los clientes de la prostitución solo es eso. Solo una caricatura ridícula y plana que se parece muy poco a la realidad.

Sin embargo, eres casado, estás con alguien más, no quieres compromisos, no tienes nada qué ofrecerme. El tiempo que debería ocupar trabajando en otra cosa lo estoy empleando contigo. Y nada tiene que ver eso con tu atractivo físico, con tus cualidades en la cama. Con tu buen nivel de conversación.
No importa si fuera de esto puedes atraer a mujeres "mejores que yo". Es como comer en la calle, a veces sale más caro, más insalubre y menos apetitoso que comer en casa. Pero lo seguimos haciendo porque así somos.

Pero no lo vas a entender nunca, y nunca voy a entender que no lo entiendas. Y creo que es una de las cosas más terribles de la prostitución. Esa, la de sentir que jamás has satisfecho a ningún cliente. Porque lo que ellos querrían es el triple gane: Sexo inmediato, elevación de ego y ahorro. Jamás voy a dar un buen servicio mientras cobre. Porque jamás los haré sentir valorados.

Alguien me estafó. La sociedad mitotera, supongo. Que se pone a opinar de cosas que no sabe y dijo que los hombres contratan putas solo por sexo. Como si no tuvieran alma y no estuvieran sometidos a la fragilidad de esta.

Seguiré siendo una mosca mientras siga trabajando en este ambiente, aferrada a yo no sé qué. Si sé que jamás se va a valorar nada. Que solo consumo mi juventud en un cuento sin fin. En horas que mientras son jóvenes me convierten en una princesa, y cuando los minutos se agotan y viene el pago del servicio, me transforman en una ogresa feroz y malvada.

Perdonen, sé que muchos quisieran que les educolorara esta historia, pero no es bueno para ninguna de las partes. Mientras yo sostenga una imagen "chida" más grande será el desasociego de la realidad. Soy una puta, no más. ¿Cool, alivianda, relajada? ¿Historias en los periódicos, falsas, plagiadas, recicladas?

Joder... vivamos la sensualidad de la realidad. Harto mejor que los sueños infantiloides de los pornógrafos. Aquí en la habitación nadie nos ve. Qué se jodan los hipócritas con sus apariencias de felicidad eterna. La tristeza, la soledad, el repudio, el desdén son tan sensuales que se fotografían, se dibujan, se escriben y se filman una y otra vez. Mi vida no es el libro vaquero. Ni la tuya. Ya te he visto también.

¡Alá por eso! Y jodamos pues, y que mañana sea otro día. Mañana nos inventaremos nuevas escusas para pretender lo que no es.

2 comentarios:

  1. Me encanto, sobretodo esta parte:
    La tristeza, la soledad, el repudio, el desdén son tan sensuales que se fotografían, se dibujan, se escriben y se filman una y otra vez.

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  2. Me encanto, sobretodo esta parte:
    La tristeza, la soledad, el repudio, el desdén son tan sensuales que se fotografían, se dibujan, se escriben y se filman una y otra vez.

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