La vida es como una feria. Tienes que entrar con ganas de divertirte, con ganas de creer en todo, de gastar dinero, de comer rico, de querer aprovechar todas las atracciones.
El mundo es como un tablero de juegos infinitos, uno elige cual jugar, puedes cambiar cuando te aburra, puedes ganar o perder y ser maestro en algunas partidas y el eterno perdedor de otras.
El alma es delicada como un copo de nieve, la tocas y se derrite, cambia, se transforma en otro nuevo copo, totalmente diferente al anterior.
La sonrisa es como la de la Mona Lisa, nunca sabes qué se quiere decir con ella. Pero siempre será más linda que un ceño fruncido o una cara seria.
La mente humana es como el Universo, lejana, oscura, incomprensible, hermosa, arrolladora.
Y los cientos de estrellas que nos miran, lo hacen satisfechas.
Siempre les divertimos, nosotros sus changuitos, nosotros tan inmersos en nosotros mismos. Las estrellas se sonríen porque no sabemos nada de nada y caminamos como ciegos, teniedo por faroles dos ojos pequeños de alcance inmensamente reducido.
Nosotros los changuitos no sabemos nada, no sabremos nada, desde el principio no supimos nada.
Y no nos queda nada más que reírnos de nosotros mismos.
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